jueves, 14 de diciembre de 2006

Brrrr. Escalofíos varios y eventuales.

Qué frío, chicos. Costipada, refriada, tosiendo y tirando de la nariz inauguro oficialmente el invierno. La nueva calefacción no consigue contrarrestar el efecto demoledor de los madrugones sobre mi cuerpo. Qué pasa, para mi levantarme a las 7.30 es madrugar, totalmente.
Pues acá estoy, en mi recepción vista calle, con mi estufita, mi ordenador y mis pakis en procesión ("hola, quiero un certificado"). No mucho para hacer hasta ahora. 10.23, me voy a buscar un cafecito caliente y rueda de prensa digital.
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(20 minutos más tarde) Ugh. Las noticias me turban. Ninguna catástrofe, terremoto, matanza, calamidad por ahora; pero hay caras (y caretas) que me hacen estornudar. Todavía no quemaron al abuelo que ya el nieto anda despotricando por ahí cagándose en todo, en la democracia, el respeto, el sentido común. Incluso en las mismas gerarquías militares en cuyo seno se debe de haber criado ese brillante joven. Total, lo expulsaron en el acto. No le quedará otra que retirarse a los 33 a disfrutar de las propiedades de la familia (que por lo visto nadie tiene intención de tocar). Pre-jubilación.
Eso de los nietos creo que se debe al salto generacional. Lo de que algunas características genéticas (entre las que encontramos la hijodeputez y la imbecilidad) se trasmiten de abuelos a nietos, saltándose la generación del medio. Será que muchos hijos se quieren desenmarcar de sus padres y tienden a desarrollarse más bien en oposición a ellos, o por lo menos contraste, mientras que los hijos de los hijos se encuentran en una posición temporal y afectiva lo suficientemente alejada como para poder recuperar la memoria de los ilustres (o no) abuelos y andar esgrimiendo apellidos con toda la despreocupación. Unos montan el numerito durante los entierros, otros frecuentan platós televisivos donde practican las artes marciales en compañia de otros onorevolissimos colegas. Buena sangre no miente, y noblesse oblige. Un choche entre titanos.
Es cierto que la niña se parece mucho al abuelo. La forma del rostro, la mandíbula pronunciada. ¿Se fijaron en cómo abre los ojos cuando habla y en cómo saca los labios para fuera, encorvándolos ligeramente? Amore di nonno. Lástima que no haya podido crecer con él como su colega chileno, ya que en este caso el abuelito terminó patas arriba colgando de un poste de la luz (que conste que la que colgaba al lado no era la legítima abuela, santa donna, sino esa sinvergüenza de la amante), pobrecito no pudo hacerse viejo y disfrutar del placer de leer cuentos a los nietos frente a la chimenea. Qué le vamos a hacer.
Siguiendo con los parecidos, ¿qué se puede decir acerca de ese señor de la izquierda de la foto? ¿No recuerda mucho su expresión a la del susodicho nonno? A eso se le llama sano respeto de la tradición nacional, carajo.

¿Y entre ese mismo tipo de la izquierda (¿alguien se acuerda su nombre? Lo tengo en la punta de la lengua y no logro...ay)
y ese otro? Dale, ¡son iguales! Deben ser hermanos o por lo menos parientes seguro porque hacen las mismas cosas, yo digo que se ponen de acuerdo fijo.
"¿Hola?" "Holá che, soy sho, ehcuchá, estoy en baja y no sé que inventarme hoy, ¿vos qué hacés?" "Me' no te preocüpes, hermeno, Silvito tiene siempre una solución" "¿Como qué?" "Mire, yo hoy por ejemplo me desmeyo en una conferencia" "¡Tá bárbaro, loco!" "Y no te olvides el maquillaje" "Lihto para presentarme de vuelta a las elecciones. Y vos acordate de los tacones" "Ué trenqui, los tengo siempre puestos"
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Y luego dicen que la política es demasiado seria, que es aburrida. Qué vaaaaaaaaaaaaa, ¿serio quién?

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