Día uno.

De la era purificación.
De acá al 2 de febrero no haré nada más que estudiar. Saldré sólo para ir de casa al trabajo, del trabajo a la biblioteca, de la biblioteca a la casa. Sobretodo no tomaré alcol. Bueno, la intención originaria era también de no fumar, pero admito que está siendo más duro de lo previsto. Fumo poco, pero fumo carajo.

Así que hoy decidí cortarle la cabeza al toro (y mandar las malas lenguas a callarse) y me compré el kit de tabaco de liar. Método soft para dejarlo en temporada de exámenes. Y a parte, perdónenme, ¡no puedo purificarme, adelgazar, estudiar y dejar de fumar todo de un golpe! E chi só io?

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De todas formas, sé que voy por el buen camino. Algo me dice que yo lo valgo. La novedad del día, a parte el ramadán, es que la próxima semana me van a hacer una entrevista! Síssseñor, con cámara de vídeo y todo, ¡tzk! Si se están preguntando a quién se le habrá ocurrido entrevistar a una como, yo, acerca de qué, que sepan que no se trata ni de un reportaje sobre el alcolismo juvenil ni de una encuesta sobre el grado de hinchazón debida a síndrome premestrual.

Pues resulta que soy experta de inmigración (eso dicen) y que, en mis funciones de técnica de primera atención, soy un precioso testigo del fenómeno en el centro de Barcelona. Porque estoy en primera línea, en contacto con la calle, según mis entrevistadoras. Mirá, y yo que pensaba que me pagaban para pasarme el rato en blogger... Total, me grabarán y luego pasarán el vídeo en una clase de trabajo social, no sé si me explico. Bueno, espero que esta semana de purificación salvaje me quite esta cara de malestar de encima o tendré que contactar con mi maquilladora...

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