sábado, 19 de enero de 2008

5 de la tarde

Y me acabo de levantar, pero qué la vamos a hacer, es sábado y tuve una semana bastante intensa, con lo cual considero que me lo merezco.
Esta noche no salgo, paridad.
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Me duele todo. Cada músculo del cuerpo. Supongo que se debe a la clase de Pilates Plus que tomé ayer. Pensaba que iba a ser una actividad suave pero nada de eso, más bien se parecía al entrenamiento de los marines en Full Metal Jacket. Onda palla di lardo. También me imagino que tantos años seguidos de completa inactividad física cuentan. Y que si se le añadimos una noche de bailongo rocanrolero en el Plataforma, el resultado se va a notar fijo. De hecho, además me pitan los oídos.
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Cambiando rádicalmente de tema, creo que en el Gabinete no se anunció un advenimiento muy importante de las últimas semanas. Bueno, igual no son asuntos nuestros, pero es muy lindo pensar en mi amiga María que tuvo su hijo el 2 de enero. Se llama Tytus, nombre imponente para un niño imponente, ya que es un bicho de cinco kilos y es precioso. Por razones de privacidad no colgaré ninguna foto suya (aunque merecería, sólo los cachetes creo que suman unos 2 kilos) pero si voy a recordar a la neo mamá cuando, en agosto, sacaba de paseo su barriguita por el Retiro.
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Qué cursi me pongo a veces. Es que me sigue impactando cómo en el último par de años de pronto la maternidad ajena hizo irrupción en mi vida y todavía no encontré un léxico adecuado a la temática.
Qué fuerte.
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