miércoles, 6 de junio de 2007

Homo faber, fortunae suae!

Se puede controlar al destino.
La mala suerte es una pálida excusa para los ineptos.
Las estrellas no te dicen nada que ya no sepas.
Enfréntate a la vida con la cabeza bien alta y todo irá como tú quieres.
Tú eres el único hacedor de tu fortuna.

Vale.
Pero si luego el primer hijoputa que anda por la calle viene y me ata una mierda de tercera cadena a mi maldita bici, que estaba ahí tranquila, bien aparcadita, sin joderle a nadie, y ahora no la puedo usar porque el muy cabrón me la embargó, por frustrado, por amargado, y capaz que si la quiero quitar con un alicate justo pasa un guardia y me toma a mí por ladrona,
¿a quién le hecho la bronca, carajo?

¿Eh? A quién, ¿al faber?

Porque si Dios no existe y las estrellas son sólo un reflejo de mi mente, entonces esta es una laiquísima cagada.


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