viernes, 19 de mayo de 2006

Rincón de crítica cultural del Burdel.

Porque sí, nosotros también, pese a las cantidades de cubata que siempre nos acompañan en cada desplazamiento, nos dedicamos de vez en cuando a las actividades culturales. Pues claro está, lo cultural no tiene por qué ser sinónimo de compostura y sobriedad. Por eso anoche, boicoteando los festejos de un Barça pluricampeón (acá se nota la intelectualidad del asunto...a veces hay que hacerse los snobs), fuimos a ver un concierto de tango, y en concreto de La Chicana, grupo porteño de mucho arte y con mucha onda. El tango, se sabe, es música de vino tinto y cigarrillos, de melancólicas atmósferas de arrabal y perfume barato. Justamente por eso tuvimos que ir hasta Les Corts, barrio notoriamente proletario de la ciudad condal, para meternos en un local en el que (teóricamente) no se puede fumar y en vez de ponerte una copita de vino común y corriente te venden, por la módica cifra de 6.50 euro, una botellita monodosis de Cune Rioja (eso sí). Poca crítica cultural, es verdad (me recuerda mi asistente). Pues eso, un concierto muy muy guapo, una banda divertida, de muy buenos músicos capaces de deleitarnos con virtuosismos que iban de revisitaciones de Johann Sebastian Mastropiero...no, el otro...Bach hasta incursiones de los Rolling (Estones), una cantante de voz muy potente y cuerpo aún mejor cuyo modista debía de haber terminado la tela cuando le diseñó la ropa para el recital. Vaya piernas. Lo digo sólo porque un buen crítico cultural cual soy debe saber interpretar y analizar no sólo la obra sino también su recepción por parte del público, y si no recuerdo mal, si te gritan "Diosaaa!" quiere decir que te están recibiendo discretamente, supongo. Y si al cuerpazo que lucía la tipa le agregamos el hecho de que la mismísima tiene nada más ni nada menos que 42 años y nos puede comer en la cabeza a todas (no se dejen engañar, los críticos culturales somos como los ángeles, no tenemos sexo), entenderán que el público estaba encantao. Pero volvamos al arte, por dios! Desde que el mundo es mundo, bajo el concepto de tango encontramos no sólo música, sino letra, poesía, recitado, y baile por supuesto. Detengámonos un segundo en estos dos últimos elementos: en el tango se habla, entre canción y canción cabe el espacio de un pequeño recitado o simplemente de una charla entre interprete y público. Bueno, durante una de estas breves intervenciones, decía nuestra sabia cantante que los hombres deberían tomar en seria consideración eso de dedicarse al tango (baile) porque con eso se liga mucho. Y en efecto ver como el único bailarín presente en la sala, de unos 80 años muy bien llevados por cierto y panza de uno que mucho ha vivido y más aún ha bebido, poco a poco se llevaba volteando a todas las chicas alrededor suyo, y cada vez más jovenes, debería dar que pensar a todos aquellos hombres que por temor o bien por pura pereza no se atreven a pegar ni un pasito en la pista. El tango es un baile de agarrar fuerte a una mujer y llevarla por donde ustedes quieran, y si ella es bailarina apenas decente sabe que sólo tiene que escuchar y seguir, sin tomar iniciativas. Piénsenselo bien: pasa pocas veces en la vida.



Pd: lo siento, busqué una foto en que se viera la pierna entera pero sòlo conseguì la pantorilla de la cantante (por cierto, se llama Dolores, qué otra cosa?)

1 comentario:

Anónimo dijo...

No la llames Dolores, llámala Lola.